"Si no fuera un hecho de experiencia que los valores supremos residen en el Alma, la Psicología no me interesaría en lo mas mínimo, ya que el Alma no sería entonces mas que un miserable vapor"
Carl Jung


jueves, 2 de diciembre de 2010

ADULTEZ TARDÍA

Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena.
Ingmar Bergman

Dadas las características de la vida actual, los avances médicos y tecnológicos, los seres humanos tenemos cada vez una mayor probabilidad de alcanzar más años de vida. Sin embargo, sabemos que no basta llegar, sino llegar lo más sano física, mental y espiritualmente dentro de las limitaciones propias de la vejez. Envejecer No es una elección, es una ley de la vida. Ahora, envejecer saludablemente si viene a ser una elección personal.

Si bien es cierto que el proceso mismo del envejecimiento va acompañado de una degeneración de muchas de las facultades físicas y mentales en la persona, eso no significa que la vejez sea sinónimo de enfermedad, en otras palabras envejecer no es enfermar y el deterioro de las facultades físicas tampoco implica un déficit en las capacidades cognoscitivas y psicológicas de las personas. De allí que de lo que se trata es que hagamos las cosas que tenemos que hacer para llegar a esa etapa final de nuestras vidas en las mejores condiciones posibles.

Salud
La actual cultura occidental, consumista y exitista, ha colocado a la juventud en un lugar privilegiado frente a las demás etapas de la vida. Sin embargo, la felicidad, el bienestar, la productividad, etc., se pueden desarrollar a lo largo de toda la existencia.

El mito de que la vejez es una etapa de restricciones, privaciones y sufrimiento debe ser desterrado, y así permitir que nuestros viejos (y en el futuro nosotros mismos) podamos gozar de bienestar y salud hasta el fin de la vida.

Se puede llegar a viejo sin problemas de salud físicos ni mentales: todo depende del estado que mantenga previamente una persona. Si bien es cierto que el proceso de envejecimiento no está excento de problemas, la enfermedad no es exclusiva de la vejez, como no lo es la salud de la juventud.

En efecto, la enfermedad puede aparecer en cualquier etapa de la vida, no hay una edad fija. Mientras personas jóvenes y aún niños padecen variadas enfermedades, muchos viejos son saludables.

El hecho de que aparezcan ciertas limitaciones no quiere decir que no se goce de buena salud. Existe un estado ideal, un bienestar propio de cada etapa de la vida. Y si esas etapas se viven al máximo del cuidado y prevención, se puede conservar una gran proporción del organismo en forma saludable en la última etapa de la vida.

Aspectos Psicológicos y Emocionales
Existen numerosas alternativas que van a ayudarnos en lo referente a la salud física, pero es la actitud ante la vida lo que desde mi parecer va a ser preponderante para tener una vejez sana en todos los aspectos. Y no se trata de lo que debemos hacer una vez que estemos en la llamada tercera edad, lo cual es obviamente muy importante, sino de lo que hemos de cultivar en el camino de la vida.
Es ese aspecto que le va a decir a la persona que vale la pena seguir viviendo, es tener, adicional a la salud física una adecuada salud mental y emocional.
Podemos ver el proceso en tres grandes etapas, una primera donde se tiene poca conciencia de que algún día llegaremos a viejos, que abarca la juventud y la edad plena de desarrollo de realizaciones personales y familiares, que pudiera llegar hasta una edad cercana a los 50 años, luego una etapa donde comienzan a ocurrir cambios significativos en relación a diferentes facetas de la vida como son la separación de las actividades laborales, la separación de los hijos, la aparición de la menopausia o la andropausia y una tercera etapa donde van a prevalecer las deficiencias físicas en la vejez propiamente dicha.
Las actitudes que desarrollemos en cada una de esas etapas van a ser relevantes para llegar y vivir la vejez de manera positiva, con la mayor autonomía personal y funcional posible.

La llamada Edad Psicológica
Algunas veces escuchamos que no importa estar viejo si nos sentimos jóvenes. Y es que efectivamente, la edad cronológica y la edad biológica no van agarradas de la mano con la edad psicológica, y no se trata de negar que hemos llegado a viejos, sino la manera psicológica como vamos a vivir esa última etapa de la vida. De allí que personas que apenas rondan los 60 años de edad se sientan, perciban y actúen como si fueran unos seres a quienes la vida ya se les fue, mientras que vemos a otros que superan los 80 años de edad y se mantienen haciendo deportes, participando en actividades sociales, sonriendo y agradeciendo a la vida. A esto se le ha denominado la Edad Psicológica, siendo determinante en la adaptación de la persona en su vejez. Esta va a ser producto de sus experiencias, estilo de vida, su flexibilidad ante el entorno con sentido holístico de mente, cuerpo y espíritu.
Una vez alcanzada la vejez hay que seguir intelectualmente activos, seguir con la intención y el entusiasmo de aprender cosas nuevas. Seguir encontrando una razón de vivir, que por supuesto va a ser distinta a las razones que visualizábamos y sentíamos en las etapas previas.
Las pérdidas no son sólo de las facultades físicas
Por supuesto que tenemos claro que la vejez va acompañada de una merma en nuestras condiciones físicas, sin embargo, así como en la etapa previa a la vejez nos toca enfrentar la pérdida del trabajo y también dicho la separación de los hijos, en la vejez hemos de enfrentar otras pérdidas, como son la muerte de familiares muy queridos, de amigos muy allegados o de la pareja, lo que representa uno de los duelos más difíciles de enfrentar. Estas situaciones van a ser abordadas de una mejor manera si la persona ha podido desarrollar un entorno que le sirva de apoyo y que le siga dando el sentido de pertenencia, sea éste su grupo familiar, los vecinos, la iglesia o un grupo de personas contemporáneas que se reúnen o conviven en algún centro especializado.
Desarrollo Intelectual

Una controversia importante concierne el mantenimiento o declinación de la inteligencia en la edad adulta tardía. La inteligencia fluida, la capacidad para resolver nuevos problemas, parece declinar; pero la inteligencia cristalizada, que está basada en el aprendizaje y la experiencia, tiende a mantenerse o incluso aumentar. El funcionamiento intelectual en la edad adulta tardía está marcado por influencias ambientales y culturales. Algunos aspectos de la inteligencia parecen aumentar con la edad, la mecánica de la inteligencia declina a menudo, pero la pragmática de la inteligencia (pensamiento práctico, conocimiento y habilidades especializados, y sabiduría) continúan creciendo. La vejez exitosa, involucra optimización selectiva con compensación (uso de capacidades especiales para compensar pérdidas).

Aunque la memoria sensorial, los aspectos de la memoria de corto plazo, y la memoria de largo plazo parecen ser tan eficientes en los adultos de mayor edad como en las personas más jóvenes, la memoria de largo plazo para la información recién aprendida es con frecuencia menos eficiente, según parece a causa de problemas de codificación y recuperación. La capacidad para recordar sucesos distintivos, la memoria procedimental y la memoria para el conocimiento general, se mantienen bien. Si bien es cierto que el anciano ya no cuenta con la misma eficiencia que tuvo en su juventud, en relación a algunas habilidades cognitivas; en la actualidad es poseedor de un conocimiento pragmático, que se conoce como sabiduría, la cual ha sido acumulada como producto de su experiencia a lo largo de la vida. De esta manera, el adulto mayor posee un gran desarrollo de la comprensión por medio de la experiencia y la capacidad para aplicarlos a sus asuntos importantes.

Para que la calidad de vida durante la vejez sea diferente en su conceptualización y medición, porque para considerar el envejecimiento desde el punto de vista del individuo que envejece hay dos tipos de aspectos subjetivos que son pertinentes: Los Cognitivos referidos a los significados que el individuo atribuye a lo que le pasa y a su situación y los afectivo–volitivos referidos a los sentimientos que motivan a los individuos a estimar sus circunstancias, a los estados de ánimo que las encaran y a su disposición para actuar sobre ellas.

En el componente cognitivo se pueden dar tres situaciones: la resignación, la adaptación y la aceptación y búsqueda de vivir la vejez del mejor modo.  En esta última las personas descubren su sentido positivo de vida en la reflexión y la comprensión y descubren su compromiso con lo que pasa alrededor, al asumir que, independiente de la edad se sigue siendo un ser en el mundo.

Personalidad y Desarrollo Social
Según Erickson en la vejez la persona pasa por la crisis final de integridad vs. Desesperación, la cual finaliza con la virtud de la sabiduría. Constituye la culminación de la resolución triunfante de las siete crisis previas. Implica la aceptación de los propios progenitores como personas que hicieron lo mejor que pudieron, haciéndose merecedoras de amor, aún cuando no fueron perfectas. También consiste en la aceptación de la cercanía de la propia muerte como fin inevitable de la existencia de la vida. Los ancianos necesitan aceptar sus vidas y su proximidad a la muerte; si fracasan, se sentirán abrumados al comprender que el tiempo es demasiado corto para comenzar otra vida y, por tanto, serán incapaces de aceptar la muerte. Aquellos que han trabajado toda su vida y tienen la oportunidad, deben aceptar su retiro del campo laboral al jubilarse.
La Jubilación
La transición del trabajo a la jubilación es un cambio muy importante en el que la persona puede esperar sentir estrés, para algunos supone la pérdida de ingresos, identidad profesional, estatus social, compañeros y estructura cotidiana del tiempo y actividades. Una clave para superar los efectos de la jubilación en la satisfacción de la vida es si la experiencia aporta algún elemento nuevo a la vida. La jubilación conlleva a nuevas exigencias: preocupaciones sobre el dinero, desacuerdos sobre trasladarse a una casa o apartamento más pequeño o problemas de salud.
El evento más significativo en muchos matrimonios de personas mayores es la jubilación del hombre, encontrarse sin su trabajo y apartado de sus contactos diarios con sus compañeros, sin embargo, ansían más la jubilación que su esposa. Las que no trabajan fuera de sus hogares, han de adaptarse a que sus maridos estén en casa todo el día. En el caso de la mujer que trabaja fuera de la casa, la idea de la jubilación implica pérdida de independencia, más si inician en la edad media su profesión. Sin embargo, algunas parejas pueden adaptarse al cambio de roles sin problemas cuando llega la etapa de jubilación.
La preferencia al jubilarse es permanecer en las casas donde educaron a sus hijos, que la mayoría poseen. La casa está llena de recuerdos, al conocerla bien les otorga un sentido de competencia y el ser propietarios confiere estatus a la persona mayor. Son menos propensos a traslados o emigraciones, pero cuando lo hacen es por diversión. Son bastante sanos y suelen tener suficientes ingresos, pero a medida que se acercan a edades mayores, la emigración es para estar cerca de los hijos u otros parientes. Los mayores-ancianos (mayores de 85 años) se ven obligados a depender de alguien. Generalmente, se van a vivir con los hijos, a una residencia o a una institución que ofrecen cuidados personales pero no médicos ni sanitarios a nivel profesional.
Las Relaciones
Las relaciones son muy importantes para los ancianos, la familia es aún la fuente primaria de apoyo emocional. Con frecuencia las relaciones entre hermanos se vuelven más estrechas al final de la vida que a comienzos de la edad adulta.
Los matrimonios que subsisten hasta el final de la edad adulta tardía tienden a ser relativamente satisfactorios, pero las dificultades surgen en los aspectos de personalidad, salud y cambio en los roles, que pueden requerir ajustes de ambas partes.
Muchas personas permanecen sexualmente activas. Se da mayor importancia a la expresión sexual, al comprobar que ésta no sólo sirve a propósitos físicos, sino que también para asegurar a ambos miembros de la pareja el amor del otro, así como su comprensión y la sensación de que sigue estando vigente su vitalidad, lo que en definitiva contribuiría a elevar la autoestima de cada miembro de la pareja. De esta manera, los estereotipos populares que plantean que los años de la vejez son asexuados, son infundados puesto que en la práctica, existe un número elevado de personas adultas, que después de los sesenta y cinco años permanecen interesadas y activas sexualmente. En definitiva, si bien es cierto que las relaciones sexuales en la tercera edad son diferentes en frecuencia e intensidad, las cuales disminuyen producto de signos biológicos y físicos, la satisfacción y consistencia de la misma se deberá principalmente a como haya sido el comportamiento sexual durante la juventud.

Nido Vacío
Cuando hablamos del nido vacío nos estamos refiriendo a cómo queda el hogar cuando los hijos se marchan para iniciar otro tipo de convivencia, bien sea para formar una nueva familia, por motivos profesionales o en busca de independencia.
La vida de los padres se ve modificada por la emancipación de los hijos. De pronto, se encuentran solos y no saben qué hacer en su propia casa, los hijos ya no están y eso supone una serie de cambios en sus vidas. Tendrán que aceptar su ausencia y adaptarse a la nueva situación, pero sobre todo tendrán que superar la sensación de vacío y soledad que se experimenta cuando los hijos se marchan del hogar.
Una nueva etapa
Esta situación da lugar al inicio de una nueva etapa en la evolución de toda familia, que comienza con la salida del último hijo del hogar. La pareja se encuentra ante lo que llamamos "nido vacío", el hogar está diferente, todo ha cambiado, la atención sólo se centra en nuestra pareja o en nosotros mismos.
Atrás quedaron las discusiones, el ruido, las entradas y salidas de unos y otros y las continuas preocupaciones por los niños. Ahora comienza una nueva etapa en la que la relación con los hijos es diferente. Los padres empiezan a verlos como personas adultas, independientes, son conscientes de que han iniciado su propia vida y de que ellos ya no son imprescindibles para sus hijos.
En lugar de alejarnos de los hijos, la distancia puede acercarnos aún más a ellos, pues nos proporciona una relación más liberadora para todos y muy satisfactoria cuando se ha podido preservar una buena relación. En tal caso, sólo cambian las formas, se vive en otro lugar pero los sentimientos y la comunicación siguen siendo los mismos.
Por otro lado, en esta etapa los padres vuelven a encontrarse como pareja. Es un momento difícil para ambos y haber sabido mantener un amor de pareja separado de su vida familiar ayudará a superar la ausencia de los hijos y será muy beneficioso para ellos y para volver a vivir su propia vida de pareja con ilusión y con nuevos proyectos.
Como afrontar el nido vacío
Todos los padres han de estar preparados ante la sensación de tristeza y soledad que supone la marcha de los hijos del hogar. Deben tratar de superarlo lo antes posible y afrontar la nueva etapa con actitud positiva. Veamos algunas sugerencias que pueden ayudarnos para afrontar esta etapa con una actitud positiva:

-Pensar que nuestros hijos han crecido y madurado como personas adultas, capaces de tener una vida independiente y con la suficiente autonomía para enfrentarse ellos solos a la vida y a las dificultades cotidianas. Al final, esto es lo que todos los padres equilibrados pretenden con la educación que les han ido dando a sus hijos a lo largo de la vida.
-Tener claro que la marcha de los hijos no significa perder la relación con ellos, sino una relación diferente basada más en la comunicación que en la rutina diaria, una relación entre iguales y viendo la evolución de nuestros hijos como personas, y quién sabe, a lo mejor eso significa que pronto seremos abuelos.

-Retomar la vida de pareja. Es un buen momento para retomar la vida de pareja. Ahora podemos hacer realidad todos aquellos proyectos que nos ilusionaban pero que las obligaciones familiares no nos permitían realizar. Es el momento de disfrutar de nuestra pareja y de las nuevas oportunidades que nos presenta la vida, sin ningún tipo de ataduras ni obligaciones.
-Ocupar el tiempo libre. Debemos realizar actividades que nos distraigan y nos hagan disfrutar, ya sea realizando por ejemplo algún deporte, clases de cerámica, pintura, etc. Aprovechemos también esta etapa para relacionarnos más con los amigos. Es muy gratificante salir a comer o a cenar con amigos, o ir al cine, al teatro, etc.

Una Historia Personal
Una mujer nos relata: “Cuando mi hijo menor dejó el hogar, me sentí muy golpeada. Yo había sido una madre la mayor parte de mi vida adulta y no sabía qué hacer conmigo. Extrañaba el sonido de sus jóvenes voces llenando el aire y la actividad de los chicos yendo y viniendo. El primer año, acepté recibir a un estudiante europeo de intercambio. Su presencia me ayudó en la transición. Pero descubrí que todavía tenía un vacío que llenar. Llegué a estar más satisfecha cuando me volqué a la búsqueda de mi propósito inconcluso y pregunté: ¿Qué es lo que Dios quiere para mi vida ahora? Cuando me hice esa pregunta, ¡él me lo mostró!

“Por primera vez en mi vida, estaba lista para tomar el viaje de misiones que siempre había deseado. Fue la más maravillosa y bendecida experiencia en mi vida aparte de tener mi familia. Así como llenó mi necesidad de bendecir a otros, yo fui aun más bendecida por la gente que conocí. Ellos tenían tan poco y eso me mostró lo mucho que yo tenía. Ya no había oportunidad para que yo me sintiera triste y sola”

Dios nos da un asombroso sentido de valía cuando podemos confiar en él. Él nos dice en Isaías 46:4: “Aun en la vejez, cuando ya peinen canas, yo seré el mismo, yo los sostendré. Yo los hice, y cuidaré de ustedes; los sostendré y los libraré”. El Señor está aquí para ayudarnos a disfrutar de esos años, tener paz y encontrar el balance perfecto en el siguiente escenario de la vida.
Para Reflexionar
A pesar de todos los deterioros físicos propios de la edad que pueden sufrir las personas mayores, muchas enfrentan esta etapa con una actitud positiva y juvenil, tienen una vida activa, rica en experiencias, en fin, muy satisfactoria. No parecen ni se sienten como seniles, pues su envejecimiento biológico es compensado con un estilo de vida que los hace mantenerse en excelentes condiciones hasta muy avanzada edad. La vejez no tiene por qué ser el punto más bajo del ciclo de vida ya que el envejecimiento satisfactorio es posible, siendo la sociedad quien debe descubrir los componentes de ella, reorganizando nuestros pensamientos y estructuras sociales.

La principal tarea de las personas mayores es la de comprender y aceptar su propia vida y utilizar su gran experiencia para hacer frente a los cambios personales o pérdidas. Las personas han de adaptarse a la disminución de la fortaleza y salud física, a la jubilación y adaptarse a su propia muerte. A medida que tratan con estos temas, sus motivaciones pueden variar. Una vejez plena de sentido es aquella en la que predomina una actitud contemplativa y reflexiva, reconciliándose con sus logros y fracasos, y con sus defectos. Se debe lograr la aceptación de uno mismo y aprender a disfrutar de los placeres que esta etapa brinda. Entonces, recuerde: hay que prepararse activamente para envejecer, para poder enfrentar la muerte sin temor, como algo natural, como parte del ciclo vital. Y ayudar a esas personas que están a nuestro alrededor respetándolos y siendo condescendientes con ellos.

Los 10 mandamientos para una vejez feliz:
1.- Cuidarás tu presentación todos los días. Vístete bien, arréglate como si fueras a una fiesta. Qué más fiesta que la vida.
2.- No te encerrarás en tu casa ni en tu habitación. Nada de jugar al enclaustrado o al preso voluntario. Saldrás a la calle y al campo de paseo. El agua estancada se pudre y la máquina inmóvil se enmohece.
3.- Amarás al ejercicio físico como a ti mismo. Un rato de gimnasio, una caminata razonable dentro o fuera de casa. Contra la inercia ¡diligencia!
4.- Evitarás actividades y gestos de viejo derrumbado. La cabeza gacha, la espalda encorvada, los pies arrastrándose. ¡No! Que la gente diga un piropo cuando pasas.
5.- No hablarás de tu vejez ni te quejarás de tus achaques. Con ello, acabarás por creerte más viejo y más enfermo de lo que en realidad estás. Y te harán el vacío. Nadie quiere estar oyendo historias de hospital. Deja de autollamarte viejo y considerarte enfermo.
6.- Cultivarás el optimismo sobre todas las cosas. Al mal tiempo buena cara. Sé positivo en los juicios, ten buen humor en las palabras, sé alegre de rostro, amable en los ademanes. Se tiene la edad que se ejerce. La vejez no es cuestión de años sino un estado de ánimo.
ç7.- Serás útil a ti mismo y a los demás. No eres un parásito ni una rama desgajada voluntariamente del árbol de la vida. Bástate hasta donde sea posible y ayuda. Ayuda con una sonrisa, con un consejo, un servicio.
8.- Trabajarás con tus manos y tu mente. El trabajo es la terapia infalible. Cualquier actitud laboral, intelectual, artística… Medicinas para todos los males, la bendición del trabajo.
9.- Mantendrás vivas y cordiales las relaciones humanas. En las del hogar, intégrate a todos los miembros de la familia. Ahí tienes la oportunidad de convivir con todas las edades, niños, jóvenes y adultos, el perfecto muestrario de la vida.
10.- No pensarás que todo tiempo pasado fue mejor. Deja de estar condenando a tu mundo y maldiciendo tu momento. Alégrate de ser parte del mismo y poder ver muchas cosas lindas y nuevas.
Autor anónimo

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